Opinión
El precio de la libertad
Por: Abg. Diego Polit Rivas, Mgs.
El precio de la libertad: ¿cuánto nos cuestan nuestros derechos? ¡Atención, ciudadanos! ¿Alguna vez se han preguntado cuánto les cuestan sus preciados derechos? Sí, esos mismos que nos prometieron en la Constitución y que supuestamente son «inherentes» a nuestra condición humana.
Pues bien, tengo noticias para ustedes: ¡nada es gratis en esta vida, ni siquiera la libertad! Resulta que para que podamos disfrutar de nuestros derechos, el Estado tiene que invertir una cantidad obscena de dinero en cosas como educación, salud y seguridad. ¿Pueden creerlo? Como si no tuvieran nada mejor que hacer con nuestros impuestos que gastarlos en escuelas, hospitales y tribunales. ¿Acaso no saben que hay políticos que necesitan ese dinero para sus campañas y sus lujos?
Pero no se preocupen, amigos míos, porque nuestros gobernantes tienen la solución perfecta: ¡recortar el presupuesto de esas áreas! Total, ¿para qué queremos maestros bien pagados, medicinas accesibles o policías bien capacitados? Lo importante es que ellos puedan mantener sus privilegios y nosotros sigamos creyendo que somos libres. Y si por alguna razón se les ocurre protestar o exigir sus derechos, no se sorprendan si les dicen que no hay dinero para eso.
Claro, porque es mucho más importante financiar la nueva flota de autos de lujo para los funcionarios o el último viaje al extranjero de nuestros «representantes». ¿Quién necesita educación o salud cuando puedes tener un político paseando en un yate? Así que ya lo saben, queridos ciudadanos. La próxima vez que alguien les hable de sus derechos fundamentales, recuerden que en realidad son un artículo de lujo que no todos pueden permitirse.
Y si no les gusta, pues mala suerte, porque en este país la libertad tiene un precio y no todos estamos dispuestos a pagarlo. Pero no se desanimen, ¡siempre nos quedará la opción de conformarnos con las migajas que nos tiran y seguir aplaudiendo a nuestros líderes! Al fin y al cabo, ¿qué importa la dignidad humana cuando puedes tener un político sonriente en la portada de los periódicos? Así que, ¡felicidades, compatriotas! Hemos descubierto el verdadero precio de nuestra libertad: nuestra propia complicidad en un sistema que nos vende humo y nos cobra por respirar. ¿No es maravilloso vivir en una democracia?
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