Yair Rodríguez, el sacerdote constructor

Por: Msc. Lcdo Johnny I. Alvarado Domínguez
Docente de la Facultad de Periodismo
Universidad Laica Vicente Rocafuerte de Guayaquil

La fe en Dios y el liderazgo innato que posee hacen que no se amilane ante nada. Hace tres años y medio llegó como párroco de la iglesia Santa María Madre de Guayaquil, al norte de la ciudad. El lugar solo poseía una edificación de caña. Ahora está a pocos días de culminar una moderna y funcional edificación de cemento.

Mira con detenimiento cada uno de los movimientos que realizan los obreros. Camina en medio de hierro, piedra, arena y cemento. Lo hace con mucha naturalidad. Aunque tiene 25 años en el sacerdocio, una de sus especialidades es construir. Y vaya que en ese oficio el padre Yair Rodríguez Vega deja el alma, la vida y el corazón. Edificar no es una obligación que debe asumir, pero si le toca hacer, lo hace sin remilgos. Cuenta que cuando fue párroco de la a Iglesia Rosa Mística por casi 10 años también construyó y al pasar a Las Orquídeas no dudó en ponerse a trabajar en cuanto proyecto edificador se le pase por la mente y que sea de beneficio para la comunidad católica.

Al llegar a la parroquia Santa María Madre de Guayaquil, en Mucho Lote 1, no era un desconocido. Antes ejerció como sacerdote alterno, cuando el lugar contaba apenas con una pequeña capilla construida con caña guadua y el lugar carecía de una casa parroquial para albergar al párroco. El sacerdote alquiló una casa cerca de la pequeña y rústica edificación.

El día que Monseñor Luis Cabrera, arzobispo de Guayaquil le designó hacerse cargo de la parroquia se percató de lo mucho que debía hacer y lejos, muy lejos de lamentarse, la idea de construir una iglesia de hormigón empezó a rondarle en las sienes. Cuando se le consulta sobre el día que colocó la primera piedra, Yair Rodríguez responde sin miramientos -Soy enemigo de colocar primeras piedras y toda esa parafernalia que viene acompañada de ese acto protocolar. Conmigo se desmonta todo y se empieza a edificar-. Lo primero que hizo fue construir la casa parroquial que ahora puede albergar a 4 sacerdotes, porque el religioso atisba que en poco tiempo se tendrá mucha actividad religiosa.

Si el Señor no construye la casa en vano trabajan los albañiles; si el Señor no protege la ciudad, en vano vigila el centinela». Salmo 127, 1. Este Salmo es uno de los preferidos del Padre Yair, conocido como el «Padre Constructor», debido a que donde va a ejercer su Ministerio Sacerdotal, en conjunto con la feligresía construye casas parroquiales, templos, centros pastorales… Lo que requiera la Evangelización. El Padre recalca que lo que más le llena es construir almas, edificar el templo de sus ovejas, para que siempre estén en el redil del Señor.

Quienes lo conocen saben que es un hombre de convicciones firme y que no anda por las ramas. Si necesita algo trabaja junto a la comunidad. “No soy pedir ayuda en el arzobispado si ahora mismo me preguntan cuánto tengo para la obra voy a responder que no tengo nada. Yo vivo el día a día. Siempre le recuerda a la comunidad que la construcción de la Iglesia no es una obra de él sino de Dios”.

La responsabilidad del sacerdote en la construcción es absoluta, pero esto no lo agota, aunque reconoce que a más de edificar una iglesia también lo hace con personas, familias y matrimonios. El trabajo del sacerdote abarca la ayuda espiritual que brinda a seres humanos que llegan a pedirle consejos y que muchas veces arriban despedazados. Tampoco le huye a esa responsabilidad, -yo busco orientar a esas almas rotas que llegan con diversos problemas. Brindo mi ayuda a parejas en conflicto, muchos se restauran porque son obedientes; otros no, porque lo quieren hacer a su manera, sin un guía espiritual-.

Este sacerdote es de esas personas que no se arredran con nada. De hablar pausado pero firme Yair Rodríguez no solo se ha ganado el respeto de los feligreses de su parroquia, por su firmeza y carisma lo buscan de todos los sectores de la ciudad. Una de las improntas que tiene son las misas de sanación que celebra el segundo sábado de cada mes. En esa homilía llegan no solo de los sitios más recónditos de la urbe sino también del país. El lleno es total y cada mes el número de feligreses aumenta. Una misa de sanación devuelve al devoto a su casa con una paz espiritual muy grande.

La fama de constructor del padre Yair transciende fronteras, algunos hermanos católicos radicados en Estados Unidos han realizado donaciones como una Custodia y un Sagrario que se exhiben en la iglesia. Pero la mayor colaboración la recibe de los feligreses guayaquileños que entre diversas actividades venden comida para recaudar fondos destinados a la construcción de la iglesia.

El carisma y la dedicación que imprime este sacerdote a cada obra que desea emprender le transmite a la feligresía. Muchos recuerdan esa iglesia de madera y el deseo del padre Yair de construirla de hormigón. Hacerlo parecía una utopía y mucho más porque en medio de la pandemia que asoló al mundo el sacerdote arremetió con la idea de la construcción y antes de los dos años que inició la obra está a punto de concluirla. En la misa de los domingos, sin ningún tipo de presiones, el párroco invita a donar un dolarito para las obras de la iglesia. La invitación recibe, por lo general, el apoyo masivo de los concurrentes. Hace una semana invitó a las familias que lo deseen donar 100 dólares por familia -quienes así lo consideren voluntariamente lo pueden hacer- asegura el religioso.

Yair Rodríguez, sacerdote de la iglesia Santa María Madre de Guayaquil.

Aunque está a punto de concluir la construcción de la iglesia, otra idea del sacerdote es el Santuario María Madre de Guayaquil. Una estructura que servirá para albergar a muchas personas más. Relata que hace más de 2 años el Municipio de Guayaquil realizó los estudios de impacto ambiental, los de suelo y todas las mediciones que se requería. Hubo hasta una proforma de la inversión que requería la obra. La cifra bordeaba los 3 millones de dólares, pero el cabildo guayaquileño luego se justificó al asegurar que los recursos de destinaron a combatir la pandemia y por tanto no se pudo realizar la edificación.

El sacerdote ya no cree en cantos de sirena de los políticos y asegura que, si una empresa privada quiere colaborar con la construcción del santuario, con el diseño original sería de gran ayuda para la comunidad, pero no piensa lo mismo de la ayuda pública -No lo hago por soberbia, sino porque lo prometieron y no cumplieron. Dijeron que se requería de 3 millones de inversión. Yo solo con un millón lo construyo y les tengo el vuelto- asegura, sin tapujos como es su estilo. Así es Yair Rodríguez, el sacerdote constructor que tiene Guayaquil. (I)