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¡Que se vaya!

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Por: Johnny Alvarado Domínguez – Periodista

El título no es nuevo en la historia reciente del país. La frase circuló en la portada del extinto diario Hoy en febrero de 1997, cuando el rotativo quiteño le declaró la guerra al gobierno de Abdalá Bucaram. En las calles -los políticos- incitaron a la gente a protestar en contra del alza al precio del gas que en definitiva fue la gota que derramó el vaso y la punta de lanza que logró derruir el -hasta ese momento- enclenque gobierno del otrora líder de los pobres.

Bucaram se aprestaba a cumplir 6 meses en el poder y fue destituido, el 6 de febrero por el Congreso de entonces. Se utilizó la figura de incapacidad mental, así de los 80 diputados que estuvieron presentes en la sesión 44 votaron en favor de la destitución. Bucaram salió del poder salpicado por presunta corrupción en casos como la mochila escolar, la leche Abdalact, por nombrar a familiares en puestos estratégicos y por observaciones ciudadanas por ser presidente del Barcelona Sporting Club, cuando también ejercía como presidente de la República.

Los gobiernos de Ecuador, desde el retorno a la democracia en 1979 -no todos- pero sí la mayoría se han visto asperjados por actos de corrupción. Esto nos pone en desventaja ante la comunidad internacional. Pero lo que más le duele al pueblo es que Guillermo Lasso como candidato, prometió romper con cualquier acto de corrupción en su mandato, así como depurar las instituciones estatales de lo que, implicaba el correísmo considerado -por la derecha- como la ponzoña de las trincas y componendas. Una promesa muy subrepticia, porque combate nunca hubo y por el contrario las insinuaciones de corrupción en este gobierno se han disparado.
Los últimos 30 días para Lasso han sido los más tensos de sus 21 meses de gobierno. Perdió la consulta que él promovió, su partido político está en declive y él como presidente al borde un juicio político que impulsa la oposición por una presunta trama de corrupción en empresas públicas.

Hace tan solo un mes, los resultados electorales lanzaron al traste la aspiración de consolidarse en el poder y hasta la remota posibilidad de postularse a la reelección. La oposición hizo una férrea campaña por el “No” en la consulta popular y esta se impuso con el 51,54% en el tema de la extradición. Al final el gran vencedor fue la Revolución Ciudadana, movimiento afín al expresidente Rafael Correa que se levantó con 9 de las 23 prefecturas mientras Pachakutik se erigió con otras seis. Los reveses gubernamentales no claudican.

La situación del exbanquero y ahora presidente se complicó por las revelaciones del medio digital La Posta en donde se detalla una posible trama de corrupción que lideraría como “padrino” el empresario Danilo Carrera, cuñado de Lasso. A eso se suma un informe policial archivado hace un año sobre una investigación a una presunta red de narcotráfico que tenía entre sus objetivos de seguimiento al empresario Rubén Cherres, otro personaje cercano al gobierno y también supuestamente a Carrera.

Mientras en el correísmo ya se habla de no esperar el fin del mandato de Lasso para cambiarlo, la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador, que tiene en Pachakutik a su brazo político, solicitó hace dos semanas en un consejo ampliado también la salida de Lasso. Todo hace sospechar que nubes negras se avecinan sobre Carondelet, mientras en los corrillos políticos y sociales una célebre frase se vuelve a escuchar: ¡Que se vaya! (O)

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