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Marcha y contramarcha

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Por: Johnny Alvarado Domínguez-Periodista

No es la primera vez que la marcha GLBTIQ+ recorre las calles céntricas de la ciudad. Lo hace durante casi 20 años ante el asombro, el insulto y la mofa de unos cuantos; pero también ante el aplauso y la aceptación de los otros cuantos.

No se trata de caer en comentarios baladíes que incline la balanza en favor de un bando; por el contrario, se busca que la sociedad conviva de forma pacífica. El debate más complejo se sustenta en que a la mayoría de guayaquileños les desagrada, no la marcha como tal, sino las expresiones y manifestaciones exhibicionistas que utiliza este grupo minoritario con derechos sí, pero que se ofende ante un argumento técnico que dio el alcalde de Guayaquil, Aquiles Álvarez.

Hace 30 años tanto la parada militar como el desfile estudiantil se realizaban en la avenida 9 de octubre, pero el caos vehicular y el crecimiento urbano hizo que las dos actividades cívicas se trasladen a otras avenidas o calles.
Nunca se atisbó ni a militares, ni a estudiantes armar litigio o acusar al cabildo y a su alcalde de violentar sus derechos a desfilar. Nadie se ofendió, ni desafió a las autoridades, simplemente se allanaron; porque la ciudad demandó ese requerimiento. Algo similar ocurrió cuando se inauguró la terminal terrestre de Guayaquil. Antes de ello, la ciudadanía abordaba los buses -en su mayoría- en los alrededores del parque Victoria en el centro de la urbe. Una vez inaugurado la terminal, todos aceptaron la resolución enmarcada es una necesidad técnica. Jamás un usuario reclamó ni acusó a nadie. Y así ocurrió con mercados, vendedores informales y sitios de tolerancia. Entonces porqué grupos GLBTIQ+ desafían a la autoridad municipal.

Voces en favor y en contra existen. Quienes apoyan a Álvarez y a la reubicación de la marcha aparecen con sus nombres y sus fotos en sus cuentas de twitter, mientras quienes están en contra de la decisión técnica del alcalde se refugian en nombres falsos, remoquetes y cuentas sin foto. Uno que otro usa la bandera arcoíris y nada más.
Según la agrupación organizadora el ‘Festival del amor y la paz GLBTIQ+’, convoca a miles de personas a un recorrido que inicia en la bahía de Guayaquil hasta el parque Centenario. El cabildo porteño no prohíbe esta manifestación simplemente busca reubicarla en la avenida Paseo del Parque de Parque Samanes en sus carriles centrales debido a que cuenta con una distancia de 2,5 km. En otras palabras, no existe discriminación solo se reubicó el recorrido.

Para los activistas esta marcha es de resiliencia, de la capacidad para sobrellevar todo lo negativo que viven. Sin embargo, el público que no comparte el recorrido por las calles céntricas argumenta que el simple hecho de salir en trajes provocativos e insinuantes los ofende.

La sociedad en su conjunto debe entender que la tolerancia a este tipo de conductas y manifestaciones no implica aceptarlas. No se puede cerrar los ojos a una realidad, mucho menos discriminar a una población que por décadas ha sido vilipendiada. Para que exista un verdadero debate es necesario adjuntar pruebas y las únicas que existen es que al mundo se llega como hombre o como mujer -no existen otras opciones-. Que el matrimonio solo es viable entre hombre y mujer. Biológicamente nadie nació de la unión de dos seres del mismo sexo.
La sociedad requiere entender -con urgencia- que no es lo mismo sexo que género y que no son sinónimos. El primero está ligado exclusivamente, para la dimensión biológica; y el género como «construcción social o cultural. Un médico ginecólogo que atendió un parto jamás le dice a padres o familiares nació un masculino o femenino, simplemente nació un varón o una mujer.

La tolerancia radica en aceptar como se siente el ser humano o como se percibe y con base en ello respetarlo; sin que ese respeto implique necesariamente aceptación. Hace poco circuló un meme -muy creativo, por cierto- en donde un zorro -el animalito que engulle aves de corral- le decía al guardia del gallinero, que su aspecto físico es de zorro, pero que él se sentía gallina y que lo deje entrar. Alguien consciente de la naturaleza del animal ¿lo dejaría ingresar? Como se percibe es una cosa, como lo acepta la sociedad es otra.
Este grupo minoritario debe allanarse a la decisión del alcalde. La tolerancia se enmarca en ambos lados. La reubicación que propone el cabildo se fundamenta en un informe técnico, la rebeldía de los marchantes en una supuesta discriminación.

Su orgullo debe estar por encima de sus pasos por calles adoquinadas. En realidad, se requiere tanta faramalla para decir quiénes son o cómo se sienten. ¿Es necesaria la confrontación?
Seguramente las sociedades lo entenderán cuando la prostituta marche porque siente orgullo de serlo, la madre porque parió un hijo o el médico al salvar una vida. Cada quien sabe quién es y no requiere reafirmarlo públicamente.

Ustedes son libres de pensar y sentirse como deseen y la sociedad, esta misma sociedad baldada y de mirada miope los debe tolerar, porque por encima de sus preferencias prima el hecho de ser personas que merecen respeto. Nadie puede ser aceptado a ultranza si la otra parte no está de acuerdo, pero sí merecen buen trato y consideración. Pero bajo esa misma premisa ustedes deben respetar la decisión municipal. (O)

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