Opinión
La indolencia del inepto
Por: Johnny Alvarado Domínguez-Periodista
La cifra es alarmante y la violencia aumenta sin ambages. De seguir así, el país cerrará este 2023 con una tasa que bordea los 40 homicidios por 100.000 habitantes. En cifras claras, se situará como el más violento de la región.
En Ecuador no existe un día en que las víctimas de la violencia no se cuentan por docenas. Sin embargo, lo que hasta hace una década era casi exclusividad de Guayaquil, por sus históricas cifras de crímenes y robos, se extendió a urbes como Manta, Quevedo, Quito y la más afectada, Durán. Esta última asolada por el crimen organizado y el narcotráfico.
El nivel de violencia en el vecino cantón obligó a su alcalde, Luis Chonillo a emitir un comunicado en donde solicitó a la ministra de Educación y al presidente, Guillermo Lasso la implementación de la educación virtual en las instituciones educativas de Durán como una medida preventiva. La solicitud se fundamentó en que durante el 2023 se reportan 179 víctimas y que en las últimas tres semanas 3 niños han fallecido. El pedido -con tintes de súplica- generó que recién el viernes pasado tanquetas y grupos élites de la Policía y Fuerzas Armadas ronden los sectores más agrestes de Durán. Sin embargo, la tímida medida adoptada por el indolente de Lasso no satisface. Los índices de muertes sobrepasan las soluciones parches a las que está acostumbrado el exbanquero.
La delincuencia va más allá del robo. Los objetivos han cambiado pueden ir desde una humilde tienda de barrio hasta unidades judiciales, todo con el fin de sembrar el terror, a vista y paciencia de Lasso Mendoza y su haraganería.
Lo que vive el país es producto de las promesas incumplidas del presidente. Así permanecerá hasta marcharse -antes que concluya el 2023- calentando el puesto como estudiante vago. Pero ante ello, los ecuatorianos solo pueden recriminar lo que dijo que haría y no lo hizo. No está de más recordar que Lasso casi no entra a la segunda vuelta en el 2021 y que el voto que acumuló no era de él sino de quienes no deseaban el regreso del correísmo.
Las cifras del Banco Central denotan no solo apatía e indolencia, sino también ineptitud del paupérrimo Lasso. Durante el primer semestre del 2023 la inversión pública fue del 0.1% del PIB. Con ese ínfimo porcentaje es difícil reactivar la economía de las clases populares. Por ello la brecha entre pobres y ricos aumenta aceleradamente. Pero esto parece no importarle al presidente saliente quien al fin y al cabo ya está a poco que termine su mandato con una deuda impagable a los ecuatorianos y con sus zapatitos rojos salpicados de sangre, corrupción e inoperancia.
Lo trascendental, a menos de un mes de elegir al nuevo mandatario, es atisbar con mucho aplomo quien reemplazará al “bueno para nada”. Se debe tomar en cuenta que el electorado actual está integrado por gente joven que ya no cree en discursos trillados y nulos de conceptos claros y razonables. Que evita escuchar propuestas de quienes ya gobernaron y tuvieron la oportunidad de sacar al país del subdesarrollo y no lo hicieron, ya sea por incapaces o por el temor a las mafias del narcotráfico o mafias económicas.
En un análisis realizado por el New York Times, se compara lo actuado por el correísmo y el lassismo; y sin ánimo de inclinar la balanza ni a la izquierda ni a la derecha el texto da cuenta que: “entre 2005 y 2015, Ecuador fue testigo de una transformación extraordinaria, ya que millones de personas salieron de la pobreza, aprovechando la ola del auge petrolero cuyas ganancias el presidente de ese momento, Rafael Correa, de izquierda, invirtió en salud y otros servicios sociales.”
Añade el NYT: “de repente, las amas de casa y los albañiles creyeron que sus hijos podrían terminar la escuela secundaria, convertirse en profesionales y vivir vidas completamente diferentes a las de sus padres.
Pero con Lasso Mendoza las cifras son negativas para los ecuatorianos que ahora ven cómo sus barrios se deterioran en medio del crimen, las drogas y la violencia. Todo ante la indolencia del inepto que ambicionó entrar en la historia, pero terminó enredado en lo intrascendente y llevando sobre sus hombros una montaña de cadáveres.
Ese mismo que bebía cerveza en sectores populares que antes de su campaña jamás recorrió y ya como presidente no se atrevió a volver a pisar por temor a la ola de pifias e insultos a la que se exponía. Sí el mismo que invitaba a violar la ley seca con un “ya que chucha hermano”… ante el aplauso del “niño Nebot”. Ese mismo que aseguraba que no se “ahuevaba” emulando al expresidente, León Febres Cordero.
Cuidado ecuatorianos, cuidado caemos, una vez más, en la trampa de que por un supuesto “desahueve” -que ya lo mencionan en sus discursos – entreguemos el país a una sarta de filibustero que gobernarán en favor de sus galladas y no de las clases necesitadas.
Cuidado ese estribillo banal de los -salvadores de la patria- nos lleve a cometer el mismo error del 2021, elegir a un reverendo incompetente que dijo no “ahuevarse”, pero que pasará a la historia como el inepto más indolente que ha tenido este país. Ponga atención a los “desahuevados”, porque como dicen en los barrios populares, son buche y pluma. (O)
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