Johnny Alvarado Domínguez- Periodista
Poco antes de disputar la segunda vuelta, el entonces candidato a la presidencia Guillermo Lasso apareció en una entrevista luciendo unos zapatitos rojos. Su imagen acartonada y formal dio paso a una más relajada en donde su calzado saltó a la moda a una velocidad de vértigo. Se convirtió en tendencia en todos los modelos: casuales, deportivos, tacones y formales.
Lo importante -en ese momento- fue sentirse en contra del modelo de gobierno que había imperado durante 10 años con Correa y 4 con el tristemente célebre, Lenin Moreno, aunque este gobernó con tintes derechistas.
La jornada electoral del 11 de abril del 2021 estuvo marcada de electores que lucían con orgullo los zapatitos rojos, algunos no solo con aires triunfalistas sino también con ínfulas justicieras. Cuando se proclamaron los resultados y la victoria de Lasso era irreversible, a la Gobernación del Guayas llegaban los simpatizantes, la mayoría con el estilo impuesto por el presidente electo.
Pero la moda duró poco -más efímera que de costumbre- los reveses de Lasso son constantes. El país sumido en la delincuencia organizada y el narcotráfico, los hospitales sin los medicamentos más básicos, las unidades educativas públicas carentes de implementos elementales para enseñar a niños y jóvenes; y en el ámbito educativo superior el panorama es mucho más lúgubre. Se les dejó la prueba de ingresos a las universidades públicas y con ello regresaron las trincas y las componendas. Puntos en contra para los zapatitos rojos.
Pero eso no es todo, la obra pública estatal completamente paralizada y la inversión social paupérrima en relación con todo lo que promedio el presidente banquero. Aunque Lasso nunca ha logrado la unidad nacional, parece que esta vez sí consiguió ese objetivo, porque sus acérrimos detractores y acólitos muestran un desencanto colectivo, es decir que ahora sí logró unir sentimientos -de bronca y decepción- pero de unión, al fin y al cabo.
La moda de Lasso tuvo un lenguaje disruptivo y lúdico, que logró impeler una campaña que casi la pierde en la primera vuelta. Tanto el pueblo que pasa necesidades como la plutocracia nacional quedaron cautivos con el calzado rojo, pero ignoraron por completo, primero que Lasso tenga un plan de gobierno y segundo – y mucho más importante- que tenga los recursos para cumplirlo y aún más que ello, la decisión y los cojones para ejecutarlo.
Los seguidores de los zapatitos rojos ya no aparecen por ningún lado. Una maestra universitaria también cayó en la tendencia, hizo un video de TikTok luciendo su calzado y se ganó el aplauso de sus colegas y alumnos. Ahora permanece silente ante la debacle nacional, actitud propia de quienes se equivocan, pero no tienen la humildad para reconocer el traspié.
Así en tan poco tiempo esos zapatos que pudieron flanquear la ruta del éxito solo han transitado por las sendas del fracaso, la decepción, la vergüenza, la ignominia y el oprobio. Varios puntos menos para el Lasso que terminó hecho nudo. (O)