Las cadenas del caudillismo

Las imágenes de Abdalá Bucaram bajando de un helicóptero, en pleno corazón de suburbio y lanzándose a los brazos del pueblo transmitía esa enjundia propia de los candidatos de la Costa. Quien se hacía llamar el líder de los pobres fue de esos candidatos que arrastraba conglomerados enteros. Pero Bucaram, al igual que Velasco Ibarra y León Febres Cordero se convirtieron en caudillos.

Sí, en líderes que en apariencia resolvían todo, y aunque tuvieron tímidos intentos en hacerlo, la realidad es que poco aportaron al desarrollo integral del país.

El problema de los ecuatorianos no radica en que ellos se postulen una y otra vez, el conflicto en sí se sustenta en el por qué los elegimos y luego nos lamentamos. Pero el amor a los caudillos no solo nos aqueja a nosotros, es un problema muy arraigado en los latinos. Pensamos como tercer mundo. No importa que robe pero que haga, así nos hemos engañado durante décadas. Idolatramos a políticos que solo buscan satisfacer sus oscuros intereses, algunos han estado exiliados, enjuiciados y hasta con grilletes, pero así con esos antecedentes nefastos se proclaman salvadores del pueblo. Pero lo más calamitoso es que ese mismo pueblo empobrecido por estos bucaneros los defiende y los reelige.

Una prueba rotunda es la exalcaldesa de un cantón vecino a Guayaquil quien tiene acólitos que la enaltecen y detractores que la condenan. Hace pocos días fue citada a comparecer dentro de una investigación previa que se abrió por una denuncia presentada hace tres años, por un presunto delito de peculado. Prometió en campaña una obra que su cantón necesita con apremio y aunque ya ocupó el cargo no cumplió su palabra y ahora pretende volver al cabildo, bajo la premisa que esta vez sí cumplirá. La exalcaldesa y ahora candidata también pretender ser caudillo, dice ser perseguida y estuvo detenida.

Es el mismo libreto que siguen esos falsos líderes, que luego de ser denunciados y hasta encarcelados se levanta con un triunfo electoral, siempre apelando a la sensibilidad y mala memoria del pueblo. Es momento de dejar de seguir a estos falsos amigos del pueblo, a esos bailarines que van de partido en partido, de esa gente sin ideología, ni vocación de servicio. Basta de votar por influencer, bailarines y seudos periodistas que vieron en el mejor oficio del mundo una plataforma política. Basta de idolatrar a malhechores de cuello blanco. Para salir del tercermundismo necesitamos dejar de seguir a caudillos facinerosos. (O)