En Durán ¿Quién nos representa?

A Durán, quienes lo representan somos todos, los que no les da pena, los que aman esta tierra. Los que aportan y no los que se lucran de ella.

Cuando se desvanecen las sombras en la ciudad dormitorio, en el olvido de la gente en quien confiamos nuestro progreso, nos frotamos los ojos y pisamos el suelo. Así ha sido siempre, salir a buscar esperanzas y un pan abriendo un local o cruzando un puente.

Entre caras torcidas y caras alegres, parado en el bus, montado en el taxi ruta, soportamos el tráfico. Miramos el río, silencioso, sin movimiento, mojados de sudor tan temprano queremos dar lo mejor de sí mismos.

No nos da pena decir de dónde somos y qué queremos, nos toca conformarnos con lo que vivimos, aunque deseamos que fuera mejor. Eclipsados por un minúsculo grupo de carroñeros vividores con armas en las manos, a nosotros nadie nos da de comer más que nuestro esfuerzo y trabajo.

Mientras las élites políticas se avergüenzan del lugar que les da de comer, el pueblo no come de ellos. Les brindamos nuestras ilusiones y ellos se la terminaron comiendo.

Aquí no hay jefes, ni líderes, ni caciques que nos digan a dónde ir porque a dónde quiera que vamos decimos que somos de aquí. Que represento a Durán y llevo a Durán en todo lo que haga. Sea lejos, sea cerca, por donde vaya pronunciar con orgullo que «Durán está en la casa».

Y al retornar al hogar me esperan los olores y la bulla de mi tierra, tragando polvo, pisando charcos, majando lodo y con el premio de haber representado a mi «ciudad dormitorio». A Durán, quienes lo representan somos todos, los que no les da pena, los que aman esta tierra. Los que aportan y no los que se lucran de ella.